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Cinco ideas para desinesperar (A*LIVE_L’inesperat: A Space Opera)

A*LIVE_L’Inesperat: A Space Opera es la séptima edición de A*LIVE, el programa público de A*DESK que consiste en un debate, con formato televisivo en streaming. Con Fito Conesa y Mery Cuesta como maestros de ceremonias y catalizadores de una serie de colaboraciones (audiovisuales y textuales) que giran entorno a la noción de inesperado. Lugar: CCCB 11 diciembre 2020

Con colaboraciones escritas o audiovisuales de  Pilar Cruz, Paco Chanivet, Anna Dot, El Palomar, Pere Faura, Carolina Jiménez, Momu & No Es, Carlos Saez, Lorenzo Sandoval e Ian Waelder
La cabecera del programa es de Siddaharth Gantam Singh 

Esta fue mi aportación para el A*LIVE_L'Inesperat:

 

5 ideas para desinesperar.

 

1-

MEMENTO MORI, recuerda que eres mortal

 

Lo inesperado convierte a la mala noticia en la peor de las noticias. No da señales previas que te hagan prefigurar el escenario, no hay augurios que te permitan vislumbrar el gigantesco golpe de la muerte, del diagnóstico irreversible o de la pérdida aplastante. Las peores noticias no se esperan, normalmente no avisan. 

 

¿Seguro? Porque la muerte es la más indeseada de las noticias, y sin embargo la más previsible, certera y efectiva de las cosas que nos van a pasar. Cuando recibes una mala noticia que no viene a cuento con lo que dabas por asegurado en la vida, no paras de preguntarte dónde estaban las señales y por qué no las pudiste ver. 

 

Si interiorizo que soy mortal, si sé que todo mi alrededor también lo es, mi prioridad número uno se desliza entonces hacia el cuidado de este momento. Asumo la inesperabilidad de las malas noticias y no desprecio las señales con las que la intuición tiene a bien alarmarnos, por muy banales que parezcan. Abrazo a mis amigos. Cuido de los míos y de aquellos con los que me cruzo. Que no pase un día sin reconocer, con regocijo y su puntito de entusiasmo, que hoy aún estamos aquí. Y que si mañana falta alguien, podemos llorarle, vivir su duelo y pensarle sin acomplejarnos por sentimentales…. Permitir plenamente el duelo sin sentir que incomoda a los compañeros. Reconocer también y acompañar a los otros en sus duelos, sin menosprecio. Cualquier duelo y en cualquiera de sus fases.

 

 

2- 

Deus ex machina

 

¿Acaso avisan, las buenas noticias? ¿Podemos hablar de una buena noticia inesperada?

¿Cuántas veces te has salvado por la campana? ¿Cuántos Deus ex machina resuelven esas situaciones en las que el universo, la mala cabeza, o la condición humana, te ha colocado y no eres capaz de salir?

 

Lo malo no se ve venir, pero sí que pensamos que lo bueno da señales que lo malo no emite. Los sentidos trabajan a pleno rendimiento para anticipar las buenas noticias.

Para lo bueno te preparas, madrugas, ahorras, estudias, compras lotería. Crees firmemente en la justicia de la meritocracia. Porque tú lo vales y para eso te lo has currado.

Como me he esforzado tanto - piensas - en lógica consecuencia conseguiré ascender, ganar, subir peldaños sociales de forma unívoca. 

 

El giro de guión cambia las condiciones de un mal escenario y reconduce al argumento hacia el final feliz. Pero no todas las capas de la sociedad tienen derecho a la misma cantidad de giros argumentales.

 

Quizás en verdad nadie gana nada y habría que empezar a plantear que no necesariamente esa vida esforzada te traerá sus anunciadas recompensas. Aunque sí, cierto que el agua perfora la roca por su constancia, pero quizás convendría ser conscientes de que hay más factores. Saber qué horizonte nos está permitido esperar según nuestros privilegios, desmontarlos, y re-dibujar ese horizonte con cabezonería y empecinamiento, que después de todo es la más atractiva de las desvirtudes.

 

 

3. 

El efecto Frozen

 

El éxito inesperado es un síntoma. Se dice que cuando Disney lanzó Frozen no vieron venir el alud planetario que iban a provocar. Desde disfraces hasta cepillos de dientes, superaron toda previsión de venta de cualquier producto de mercadotecnia que cupiera imaginar. ¿Qué nos enseña el efecto Frozen? Por un lado tenemos el desmantelamiento de algunos clichés argumentales, y por el otro lado el elemento sorpresa en la narrativa tradicional del amor romántico. Así se puede convertir una adaptación anodina de un cuento de Andersen en un hito del género del princesismo, y de paso traer enormes alegrías al CEO y a la junta de accionistas. 

 

Si no auguraban el mito generacional en que se convirtió, ¿es que Disney ha perdido su olfato comercial? ¿O más bien que la gran industria cultural se acomoda en fórmulas de género exitosas, en el “si funciona, no meneallo”?. Al final las expectativas son patrones, clichés que nos colocan en un modo de visión sesgada que nos provoca cierta ceguera respecto a que las cosas siempre se pueden hacer de otra manera. 

 

Así pues, desestabiliza tus expectativas, amplía el mapa de lo posible, haz que tus limites mentales sean unos blandengues y tus prejuicios unos gallinas. La realidad es tan contingente como se lo permitamos. Prepara todos los escenarios posibles y simula lo que sucederá después. Aunque el pensamiento estratégico y la innovación han sido erigidos y capitalizados por el entorno empresarial y emprendedor, nos interesaría revisarlos y dotarles de un cariz destructivo. Que nos sirvan para arrasar lo malo conocido y nos permitan imaginar mejores mundos pero con una metodología sistemática que ha demostrado su efectividad. 

 

 

4.

Todo cambia para que todo siga igual

 

La flashmob funciona por el elemento sorpresa del espectador, que obtiene cierto placer, por un lado, en lo espectacular de ver a varios individuos hacer “por una vez algo a la vez”, y por otro lado en la extrañeza de la situación y y lo descolocado del gesto con el entorno. 

 

Las habrá que tengan un objetivo promocional, o quizás puramente recreativo, pero con suerte, si llegamos a ser involuntarias testigas de alguna de estas performances, yo me pido que al menos tenga una intención activista. En este caso quizás logre sacudir esa mezcla entre placer mirón, anécdota que contar en la cena y la incómoda vergüencita de ver a un montón de gente bailando sin venir a cuento en un vagón de la Línea 1.

 

Cuando hablamos de flashmobs o incluso de ciertos casos de arte efímero en el espacio público, me da la sensación de que lo inesperado (aquí léase como elemento que desestabiliza del orden natural de lo cotidiano), es un minúsculo hilo suelto que en el fondo no altera la trama ni la urdimbre del tejido social. Encontrar arte fuera de contexto, una coreografía fuera del teatro, presenciar esta alteración de Matrix, quizás sea importante pues nos permite entrever otros mundos posibles, y pensar en otras posibilidades de transitar el día a día. Y esto sería un logro, si no se quedara en una capa superficial, en márketing de entretenimiento. El efecto sorpresa en el espacio público tiene una enorme potencialidad crítica, política y poética o puede ser una menina gigante cubierta de luces de navidad. 

 

 

5.

Hemos dicho que íbamos a por setas

 

La serendipia es como encontrar un Rolex cuando sólo buscabas setas. 

La Dama de Elche, el tesoro de Guarrazar o las cuevas de Lascaux tienen en común que fueron hallazgos casuales que alguien encontró cuando hacía cualquier otra actividad más o menos banal como arar la tierra, pasear por el campo o salir de excursión con el perro… Hay algo en estos hallazgos de tener la cabeza un poco en ninguna parte, de tener un punto de enfoque distraído, realizando tu tarea pero atento a todo y a nada. 

 

La pseudo-serendipia en ciencia refuerza esa idea, y la historia está plagada de ejemplos 

de investigadoras que, teniendo un objetivo, descubren otra cosa, o científicos que observan de modo casual fenómenos que les llevan a, por ejemplo, el descubrimiento de las vacunas. Tener la mente preparada para que el azar te favorezca, como diría Pasteur, es estar preparada para leer entre líneas. Es aceptar y discernir que un desvío de lo esperado, que un resultado fallido, puede ser significativo y revelador. 

 

Entrar en un estado mental que te permite aceptar lo inesperado como un tesoro y no como una interrupción, es abrirse a ver el brillo del metal dorado en cada surco. Adoptar esto de manera consciente en tu trabajo, dejarse seducir por esta idea en las tareas productivas, implica propinar un garrotazo a la idea de la eficiencia y la maximización de resultados y por consiguiente una pérdida de productividad. Con esta desaceleración, quizás coges menos setas, pero desde luego, si ves el Rolex lo sabrás distinguir.

 

Un, Out, Less, 2013, vídeo monocanal

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